Estando de camarero en el bar de oficiales de Baeza me ocurrió lo más grande, me llego la mujer de un capitán para pedir un desayuno, pero me pareció que quería algo más que un desayuno y uno como un caballero que se considera, no se pudo negar.
Esto es la primera vez que lo estoy contando, pues no me gusta presumir, pero como esto pasó hace tiempo ya no hay problema, pues yá las cosas se olvidaron y todo pasó, ya cuando nos veíamos nos comportabamos como si nada hubiese pasado, pues ni ella ni yo queríamos romper un matrimonio.