LOS FUSILAMIENTOS DEL 3 DE MAYO

“Los fusilamientos del 3 de mayo en Madrid (También conocido como LOS FUSILAMIENTOS EN LA MONTAÑA DEL PRINCIPE PIO ).Es un cuadro del pintor español Francisco de Goya y Lucientes, terminado en 1814 que se conserva en el Museo del Prado en Madrid.

Goya en esta obra, plasma la lucha del pueblo español contra la dominación francesa del levantamiento del 2 de mayo, comienzo de la guerra de la independencia española. Contra los franceses.

Este cuadro es pareja de “El 2 de Mayo” de 1808 en Madrid, llamado también La Carga de los Mamelucos.

Los dos cuadros son de la misma época y su técnica es de un goya maduro. Fue encargado por el Regente Luis María de Borbón, antes de la llegada del Rey Fernando VII.

La pintura es muy tenebrista y crea el arquetipo del horror en la pintura española. Situación que Goya aprovecha para sus agua fuertes titulados los desastres de la guerra.

Muchas décadas después el apogeo del Impresionismo y Romanticismo, adquirió fama mundial por considerarlos antecedentes de dichos estilos.

En 1937 esta obra fue trasladada a Valencia junto con el fondo del Museo del Prado, donde estaba expuesta, para evitar posibles daños durante la guerra civil. En el traslado el convoy sufrió un accidente y quedó la obra muy dañada. Los desperfectos se repararon gracias a las restauraciones de 1938, 1939,1941 y 2008.En esta última restauración se procedió a la limpieza profunda y completa del cuadro.

Goya prescinde de los elementos del Neoclasicismo para representar la gesta, coloca en el cuadro a los ejecutados y a sus captores.

Goya crea esta composición, en la que el protagonismo cae en manos del colectivo anónimo, que llega al más bajo estilo de violencia.

Como es habitual en Goya, tiene múltiples interpretaciones. Se visualiza una composición equilibrada con tonalidades oscuras y pavorosa, herencia de lo Sublime.

El atractivo principal de “El 3 de Mayo”, consiste en el manejo de la técnica, apartándose de las convenciones pintoresquitas Vigentes.

El conjunto de los fusilados en el cuadro permanece tan anónimo como sus verdugos.