Entre el clavel y la rosa
La persona con dca es coja
Cuando se sufre un dca, queda dañada parte de nuestro cerebro cuya función era controlar las extremidades. A base de no utilizarlas, las extrmidades se agarrotan y vuelven espásticas.
Esto nos provoca una limitación importante en desplazamiento y tareas manuales.
El desplazamiento lo solucionamos mediante el uso de silla de ruedas pero eso tiene otras limitaciones por la dificultad de superar barreras y obstáculos además de que acentúa nuestra falta de uso de las extremidades inferiores y nos apalanca volviéndose un círculo vicioso.
Respecto a las extremidades superiores, se van inventando trucos y artilugios para poder realizar actividades inicialmente vetadas a nosotros.
Para volver a ser lo más autónomos posible, es necesario recuperar una serie de capacidades perdidas por la falta de movilidad.
Después de varios meses en coma, salí de la UCI como una momia egipcia con los brazos cruzados sobre el pecho y sin ninguna movilidad, salvo la cabeza. Sin embargo, la parte afectada de mi cerebro sólo fue la encargada de controlar mi hemicuerpo izquierdo, de modo que a base de fisioterapia y toxina botulínica pude recuperar la movilidad de la extremidad superior derecha.
Eso redujo fuertemente mi dependencia y es lo que me permite escribir en el ordenador y realizar tareas de psicoterapia como sudokus. También me permite manejar una muleta para apoyarme y comer sin ayuda, así como vestirme o llevar a cabo mi higiene personal así como manejar una silla de ruedas eléctrica.
Otra cosa es caminar. Después de cuatro años en silla de ruedas, también a base de fisioterapia y toxina botulínica, conseguí caminar, aunque no según el elegante patrón que me exigen los fisios.
De este modo, lo que llamábamos transferencias ( de la silla de ruedas a donde fuera) ya son historia.