Mi vida antes y después del ictus
He sido cocinero toda la vida y ahora no puedo desempeñar mi profesión. Gracias a la asociación lleno mi tiempo y me mantiene la cabeza más distraida por lo que anímicamente me encuentro mejor que cuando bajé de la residencia. He aprendido a tomarme la vida con más tranquilidad y a dar importancia a otras cosas, a relacionarme con más personas y a valorar el cariño de mi familia.
Cuando me dio el ictus lo que más me preocupaba era saber cómo me iba a ganar la vida y qué iba a ser de mi familia con una mujer y un hijo. Tenía miedo de que me volviera a dar otro ictus. Si echo la vista atrás me doy cuenta de que por fin he asimilado lo que me ha ocurrido después de más de tres años. Ya no soy el que fui y lo acepto. Me siento afortunado al ver que hay personas en peor situación que yo y que aún y todo sonríen. Entonces... ¿quién soy yo para enfadarme? Sería egoísta.