Julio Agredano: «El DCA por ictus se puede prevenir»

En agosto de 2011 Julio Agredano disfrutaba de su último día de vacaciones en Asturias. Fue justo en ese momento, cuando estaba más alejado de su acostumbrada vida al estrés, cuando tuvo un ictus. Julio entró al hospital con sobrepeso, colesterol e hipertensión. Nunca había hecho deporte de manera regular o como afición.

Cuatro años después Julio encabeza la iniciativa “Freno al Ictus”, con la que sensibiliza a los jóvenes y a los trabajadores sobre la importancia de llevar una vida saludable en la que controlar el estrés. Esto lo hace a través de charlas y de retos deportivos. Sobre su bicicleta de montaña, vestido con el maillot de “Freno al Ictus” se aventura en las pruebas más duras de ciclismo que puede encontrar: MadridXtrema (85km, 1.500 metros desnivel acumulado), Talajara B-Pro (100 km), la Vuelta a Ibiza… Carreras que quedan en nada ante el próximo reto que abordará el 27 de abril: la Titan Desert; 6 días recorriendo sobre la bicicleta más de 600 km de desierto en Marruecos.

Cuando Julio entra a las oficinas de FEDACE para hablar de estos retos, de Freno al Ictus, de su testimonio con el daño cerebral; lo hace con una sonrisa algo cansada. Casi sin preguntarle, cuenta como el día anterior se ha excedido en el entrenamiento, que fue en un día frío y lluvioso, condiciones contrarias a las del desierto. Una cosa nos lleva a la otra y prácticamente hay que poner la grabadora en marcha al vuelo de la conversación, porque el espíritu animado de Julio le lleva a hablar casi sin parar, a contar con detalle lo que ha vivido, cómo ha llegado hasta aquí, la ilusión que tiene por lo que viene. Porque parece que ya no haya nada que pueda parar a Julio. Porque, al fin y al cabo, es él el que ha venido a poner “Freno al Ictus”.

 

Lo primero que me gustaría que contaras: tú tuviste un ictus, ¿cómo recuerdas tu vida anterior al ictus y qué pasó el día que ocurrió?

El ictus lo tuve en agosto de 2011, en nuestro último día de vacaciones en Asturias. ¿Mi vida anterior? Yo soy informático pero en los últimos años he sido directivo o en gestión o en dirección comercial. Entonces digamos que mi vida anterior, aunque no era percibida por mí, yo creo que no era una vida demasiado saludable. Yo pesaba en el momento de entrar al hospital 103 kilos, colesterol 230, hipertenso 18-10, hábitos saludables en cuanto práctica deportiva: cero y nunca había hecho deporte. Si decimos que 1 de cada 6 personas sufrirá un ictus, pues yo tenía compradas el 90% de las papeletas. Era una cosa que no era percibida por mí. No sé si te sientes un superhéroe o qué, pero no piensas que realmente puedas tener un derrame cerebral. 

En cuanto al trabajo, era de cierta presión, ya te digo; dirección comercial, tecnología… y mi ritmo de vida era: levántate a las 5 de la mañana, coge un avión, reuniones de trabajo, comidas de trabajo, llegas por la noche con otro avión y al día siguiente otra vez. Contado desde lejos la vida sí que parecía estresante pero entonces no tenía esa percepción. Entiendo que todo suma y esto resulta una cosa más a añadir a la lista de cosas que no hacía bien.

El primer ictus llegó un sábado por la noche. Era agosto, en mi último día de vacaciones con mi mujer, mis hijos…ya sabes, estas cosas casi siempre aparecen cuando te relajas. Estaba en la casa dónde nos alojábamos y empecé a sentir un mareo, hormigueo, falta de equilibrio…pero hice lo que supongo que haría cualquier persona mal informada: irme a la cama. Me acosté pensando “mañana será otro día” y que lo que sentía era una cuestión de cansancio físico. Mi mujer sí que insistió en que fuéramos al hospital pero yo le contesté “que estamos en Asturias” como si allí no hubiera donde acudir. Al día siguiente, cuando mi hijo vino a despertarme para jugar conmigo, me incorporé y llegó el segundo ictus, que fue el que vino fuerte.

La verdad es que la reacción fue muy rápida. Fuimos al hospital de Cabueñes, mi mujer activó el Código Ictus, llamó por teléfono corriendo al 112 y todo fue muy rápido. Aquí mi sorpresa fue, bueno, no me enteré, pero me lo dijo mi mujer después; que tiene más información de esto y sabía que teníamos una ventana de tiempo entre que se produce el ictus y vas al hospital para que te administren la medicación trombolítica. La media es de unas cuatro horas. Desde el ictus al hospital transcurrió como hora u hora y media, pero cuando el neurólogo habló con mi mujer y ella le avisó de que acabábamos de llegar para que así me administraran la medicación, pensando que habíamos llegado a tiempo, el médico contestó: “Ya, pero tu marido tuvo un ictus anoche. No se le puede administrar la medicación porque cuenta desde el primer ictus.”

Así que el nivel de secuelas que me quedaron fue el que tenía al entrar al hospital porque no pudieron administrarme la medicación para paliarlas. Por eso la primera lección que aprendí fue que, si te duele la cabeza, o si tienes mareos, o si tienes hormigueos… pues directamente al hospital y que ellos te digan lo que es en vez de decírtelo tú.

 

¿Qué secuelas quedaron? ¿Fueron más acusadas por el primer ictus?

No, no. El primer ictus fue muy ligero. De hecho el nivel de secuelas es en el brazo izquierdo con un par de dedos que siento hormigueo. Pero solamente hormigueo. Entonces el primer ictus, la afectación que tiene es muy pequeña. Sin embargo el segundo ictus es muy cerebeloso y me afectó en grado medio, pero fuerte. Yo empecé con una hemiparesia en el lado derecho del cuerpo, lo normal: falta de movilidad, falta de tono muscular…desde arrastrar la pierna hasta no tener motricidad en el brazo… Al ser cerebeloso afectó al tema del equilibrio; hasta hace poco no era capaz de seguir una línea recta andando. Pues eso, la sensación de que siempre vas corrigiendo la posición. Coordinación; los hemisferios de mi cerebro van descompasados, y un poquito a nivel de logopedia, pero leve. Lo bueno que tuve, digamos, es que fueron todo secuelas físicas. No pasé por secuelas cognitivas y las físicas fueron de un tipo que he podido ir trabajando y mejorando. Es decir mi nivel de recuperación actual, frente hace tres años no tiene nada que ver.

 

Tras salir del hospital hiciste una rehabilitación muy dura, en especial trabajando a nivel físico, de terapia ocupacional, de logopedia… Durante ese año, ¿qué expectativas tenías de proyecto de vida?

En ese año estaba centrado 100% en recuperación. De hecho, obviamente, el primer año tengo baja laboral, mi puesto queda cubierto. Hablé con la empresa, hablé con mi jefe y todo el mundo decidimos, obviamente, centrarnos en la recuperación.

Sinceramente no sé si es una secuela o porque ya venía así de antes, pero siempre me he enfrentado de una forma positiva a las cosas. En vez de decir que “qué mala suerte, con 39 años y un hijo de 3, y una vida por delante te dé un ictus”; pues me dio por pensar, “oye, pues resulta que sí, que he tenido un ictus pero qué bien que puedo contarlo y qué bien que puedo trabajar y esforzarme para mejorar”. Así, el primer año me centré en recuperarme. Recuerdo cuando me preguntaban por mis expectativas de recuperación, yo decía “100%”. Porque para mí no había otra opción.

Luego el tiempo te pone un poco en tu lugar y ves hasta dónde llegas. Pero yo creo que ponerme el 100% y trabajar para conseguir el 100% hace que al conseguir el 90% digas “no está mal”. A lo mejor si te propones el 60 pues te quedas en un 40 que no es suficiente.

También depende mucho de la edad, no solo en cuanto a plasticidad del cerebro, que obviamente cuanto más joven mejor, sino también en cuanto a la motivación. No es lo mismo una persona de 40 años con la vida por delante: una mujer, un hijo, una carrera profesional… que una persona de 70 años que dice, bueno, los hijos criados, estoy jubilado…entonces la motivación puede ser otra. Pueden tener la sensación de que ya han hecho lo que tenían que hacer mientras yo sentía que me quedaba todo por hacer.

 

¿La recuperación al 100% incluía la vuelta la trabajo?

Sí, sí. Yo pensaba recuperar mi vida. El tema del ictus era un parón, un año para recuperarme y después de eso mi vida iba a ser como antes.

 

¿Cuándo te diste cuenta de que no iba a ser exactamente como antes?

Pues no es así, pero en el sentido positivo. Es curioso. Tras un episodio tan traumático al final lo que pones en balanza dices “a lo mejor no estaba haciendo las cosas correctamente para llegar aquí”. Entonces empecé a valorar ciertas cosas que antes valoraba de una forma más ligera. Le di más importancia al cuidado personal, es decir, yo no recuerdo haber tenido tiempo para mí nunca. O era el trabajo, o era la familia. Pero tiempo para mí, nunca. No tenía hobbies. No hacía deporte. Lo que he aprendido es que, al final, para que alguien de fuera te valore, o te quiera, tú tienes que ser el primero en hacer algo por ti o será complicado que desde fuera lo perciban.

Mi cambio de vida fue hacia mejor, bastante mejor. Recuperé mi trabajo, recuperé mi vida a nivel profesional… pero a nivel personal he ganado muchas más cosas de las que he perdido. Cuando pongo en la balanza qué cosas he perdido a través de las secuelas que todavía tengo y qué he ganado vía tener una perspectiva diferente de las cosas pues, sinceramente, la balanza para mí ahora es positiva.

 

¿Entonces, a nivel laboral, ahora estás trabajando?

No. Volví tras un año de baja. Tras el primer año de recuperación pasé un tribunal médico donde te dan la incapacidad o te incorporas. Decidí pedir el alta laboral, hablando con la mutua porque me sentía bien y creía que mi recuperación no sería completa hasta que no estuviera en un ambiente de trabajo. Tenía un ambiente bastante controlado, dentro de una burbuja en casa, con mi familia y mis amigos. Y yo me quería enfrentar a un ambiente más hostil. Después de un año volví a mi puesto de trabajo, a un ritmo menor, eso es cierto. He tenido la fortuna de que en el trabajo me han permitido autogestionarme, marcando yo mi agenda, a qué sitios iba y a qué sitios no iba. Esa situación duró año y medio o por ahí.

Luego me integré al 100% laboralmente, con equipo y objetivos importantes, porque recuperé lo que había perdido: mi carrera, mi trabajo…por cosas del destino que no tienen que ver con las secuelas, la empresa me ofreció un puesto en el extranjero pero después de un ictus decirle a mi madre que me iba lejos…no parecía buena idea. Así que acordamos la rescisión del contrato.

Ahora llevo un año sin actividad profesional. Pero no significa sin trabajo porque dedico todo mi tiempo a la iniciativa de “Freno al Ictus”.

 

¿Es en este momento, cuando acaba el trabajo, cuando empiezas a darle más al tema del deporte? ¿Cómo empiezas con la bici?

En realidad es antes. Después de un año de recuperación empiezan a aconsejarme a hacer alguna actividad, a hacer deporte. Probé distintos para ver cuál me iba bien. Empecé con correr, pero al tener una hemiparesia, arrastraba mucho la pierna y me caía. Así que lo descarté y fui a piscina. Pero igual, al tener menos fuerza en el lado derecho me costaba más y al ser cerebeloso sentía más la presión del agua y el calor, por lo que terminaba completamente mareado. Hasta que un amigo me propuso lo de la bicicleta. Yo pensaba que con los problemas de equilibrio y coordinación me iba a caer muchas veces. Efectivamente: probé y me caí muchas veces. Pero el tema de la bicicleta tiene una cosa buena y es que una vez que empiezas coges inercia y ya no puedes ir para atrás, y así me enganchó.

Hoy en día me sigo cayendo bastante, porque encima hago ciclismo de montaña, en el que te encuentras raíces, piedras, saltos… digamos que no es cómodo y que en situaciones complicadas todavía voy al suelo. Pero de empezar con un amigo que me sujetaba el sillín y me ayudaba a arrancar sin ni siquiera saber cómo parar, pues ahora hago cosas que hace dos años no podía ni plantearme hacerlas. Ya no te digo a raíz de las secuelas… ¡incluso antes, hace cuatro años!

 

Precisamente es lo que más me sorprende, que con tus secuelas escogieras justo algo tan complejo como el ciclismo de montaña.

A mí también me sorprende.

 

¿No es por un empeño particular? ¿Un “más difícil todavía”?

Qué va. Yo no era deportista. Mi madre tiene guardada en el pueblo mi bicicleta anterior. La antigua. Antigua en el sentido que era la que usaba cuando tenía 14 años. Un Motoretta GAC amarilla que ahora tiene 26 años. No he montado en bicicleta nunca.

 

¿Crees que hay un efecto rebote relacionado con el estilo de vida que llevabas antes?

Creo que sí. Hay un aspecto en el que dices “¿Pero cómo he llegado a esta situación?”. Entonces lo que te propones es que no te vuelva a pasar. Y para que sea así haces cosas que antes no hacías, o cosas que no me planteaba y ahora dices…¿y por qué no? A lo mejor había cosas que antes decía “yo sudar, yo sufrir, yo caerme…estoy mayor para esto”. Ahora sé que me voy a caer, sé que voy a sufrir y sé que voy a sudar; pero te enfrentas a ello y lo haces.

 

Dentro del “¿por qué no?” está el tema de subirte a la bici cuando tienes una serie de problemas que provocan caídas continuas ¿Cómo has manejado esta serie de dificultades? ¿Con adaptaciones o con estrategias tuyas?

Conozco ejemplos muy buenos de gente con hemiparesia o hemiplejia que están montando en bici y tienen todo adaptado: los mandos de frenos en el lado bueno, los cambios también… hacen ciertas adaptaciones para poder montar. En su momento podría haber cogido adaptaciones porque, en efecto, el lado derecho del cuerpo va más lento. Muy lento hace dos años, un poco menos lento ahora, pero va lento. La capacidad de reacción de freno o de cambio la tengo un pelín más lenta. La primera era idea adaptarlo todo pasándolo al lado izquierdo y ya está; pero dije que no.

Es como el tema de escritura. Yo soy diestro de toda la vida y mi hemiparesia es diestra. No sé si es bueno o malo pero yo creo, sinceramente, que es bueno. Es cierto que he perdido cosas que hacía con la derecha y ya no puedo hacer. Pero también es cierto que si hubiera sido el brazo izquierdo, al no ser el brazo que utilizaba, pues lo hubiera anulado y ya está. Por eso me sigo esforzando para escribir. Hace tres años no podía escribir. Ahora sí. Escribo despacito pero soy capaz de firmar un papel, de escribir la ficha de inscripción del niño en el campamento de verano, cosa que hace tres años no era capaz. Si en vez de ser la afectación en el lado derecho hubiera sido en el izquierdo, pues como en el derecho podía escribir perfectamente habría anulado el izquierdo y la recuperación de ese lado habría sido menor que la del lado derecho actual.

Con la bici pasó lo mismo. Básicamente ninguna adaptación. En ciclismo llevamos pedales automáticos con los que quedas anclado a la bici y para bajarte tienes que hacer un movimiento rápido para soltarte de los pedales. Si no, te caes porque no puedes soltarte de la bici. Estuve dos o tres meses con los pedales normales y pasé a pedales automáticos. No recuerdo cuántas veces me fui al suelo al principio porque no me acordaba, mi capacidad de reacción no era lo suficientemente rápida y en pistas sencillas me caía continuamente.

 

Aprendiste a golpes.

A golpes. De hecho, es curioso, pero tengo las piernas… (empieza a reírse) marcadas, marcadas. 

 

Háblame un poco de la iniciativa Freno al Ictus, sobre la idea, cómo empieza y en qué estáis ahora.

Esto empieza porque después de un año o año y medio, pues lo normal, comienzas a buscar información del porqué ha pasado, cómo podrías haberlo evitado, cómo puedes recuperar mejor… Una cosa que buscaba, que no encontré en España de forma accesible, es el tema de testimonios. Yo quería que alguien me contara en primera persona cómo ha mejorado, qué tipo de recuperación ha hecho, qué le ha venido bien, qué no le ha venido bien…

Dándole vueltas me dije que yo quería contarlo. Quería contar mi experiencia y si servía para que alguien en mi situación, en especial al principio que es cuando más perdido estás, por lo menos que viera que hay cosas que funcionan. Yo sigo siendo informático, entonces yo testeo todo. Le cuento la historia a alguien que sabe y pregunto si tiene sentido o no lo que estoy diciendo. Me dijeron: «Julio, hay mucha gente que no puede. Y no puede o bien porque el nivel de secuelas es muy alto, porque no pueden expresarse correctamente, o bien porque no lo han superado. El porcentaje es brutal .Luego gente que podría, como puede ser tu caso con lesiones moderadas leves, o gente que no tiene lesiones, no quiere. ¿Y por qué no quiere?

Porque en este país, si ven una enfermedad o un infarto cerebral, pues se identifica como una cosa que te has quedado regular. Si alguien ve que puede recuperar su vida, piensa que cuanto menos gente sepa lo que ha pasado, pues mejor. Para qué se van a subir delante de treinta tíos a contar su experiencia. Lo que quieren es que no se sepa lo que ha pasado».

Cuando me contaron esto pensé que tenía razón. Pero que daba la casualidad que yo quería. Porque puedo y porque quiero, que no me importa hacerlo.

 raíz de eso surgió la iniciativa, que la pensé en dos pilares. Uno es comunicación social. A nivel de educación, por ejemplo, estoy en institutos. No para hablarles del ictus en sí más para hablar de buenos hábitos: hábitos saludables, el deporte como actividad, los beneficios del deporte… Hablas con chavales de 15, 16, 17 años; que están en ese momento complicado donde no saben muy bien qué hacer y a lo mejor contándoles los beneficios de llevar una vida ordenada alguno se suma. El proyecto de educación me está encantando porque es un público al que no estaba acostumbrado. Yo estoy habituado a hablar con adultos, es decir, hacer presentaciones en público pero siempre dirigiéndote a un público adulto con lo cual no sabía cómo iba a funcionar hablar con adolescentes: igual se ponen a chatear, o pasan, o hablan entre ellos…pero la reacción me sorprendió porque los chavales están muy atentos, te preguntan, se sorprenden… Te pones en primera persona, les cuentas un poco de dónde vienes, cómo has quedado, lo que haces y se interesan y se implican.

También hago cosas con empresas. A las empresas se nos llena la boca a todos de decir «oye, prevención de riesgos laborables, corporate wellness, la importancia de la salud del empleado…». ¿Sí? Demuéstralo. Empieza demostrándolo dando información. He empezado por ahí porque, además, es un grupo que empieza a ser de riesgo. No son chavales de 15 años, estamos hablando de medias de edad de 40 años, 35,45… digamos que todo lo que sea información, decirles que yo estaba como ellos, que era como ellos, que tenía el mismo tipo de estrés, el mismo tipo de trabajo y no estaba atento a ciertas señales… no me dedicaba tiempo a mí pero tal vez ellos estén a tiempo. No solo para evitar un derrame cerebral, también para evitar otra serie de enfermedades que si llevas una vida un poquito más ordenada puedes evitar. Porque un dato que a mí me sorprende muchísimo es que el 80% de los ictus son prevenibles.

Para mí el 80 es todo. El resto es genético. Pero hay un 80% que tiene que ver con tus hábitos. Son pequeñas adaptaciones que tienes que hacer en tu vida, adaptaciones que vienen bien porque, sinceramente, entre pesar 107 kg y pesar 72…hombre, ¡yo llevo pantalones que no he llevado en la vida! (risas) ¡Es un beneficio extra! Al final estás haciendo cosas para mejorar tu calidad de vida y además evitas complicaciones futuras. Todo eso es la parte informativa de empresas, educación, sanidad…donde quieren que cuente mi experiencia pues voy y la cuento.

Luego tiene una parte que empezó siendo la más egoísta en el sentido de qué voy a hacer yo para recuperarme. Me empecé a marcar objetivos porque soy informático pero he trabajado mucho en la parte comercial, y los comerciales trabajamos por objetivos, no sabemos hacer otra cosa. Así que me marqué una serie de objetivos. Es decir, para recuperarme tengo que hacer esto, esto y seguir evolucionando y tal. Por el deporte que he elegido al final el participar en marchas populares y eventos con mucha gente pues ya que voy a ir para intentar cumplir objetivos y mejorar; no me cuesta nada ponerme un maillot que ponga Freno al Ictus y llámame, pregúntame, con los datos de Facebook y Twitter…Es una forma de darle visibilidad.

Además, estas pruebas, que tienen muchísimos participantes, están teniendo mucha repercusión. Digamos que los deportes minoritarios están empezando a tener algo de presencia. Por ejemplo, La Vuelta a Ibiza se retransmitió por Teledeporte y Óscar Higares e Iñaki de Miguel salieron hablando de la iniciativa Freno al Ictus lo que es una forma de darle visibilidad. Aprovecho mis retos para dar visibilidad a la iniciativa en pruebas que tienen mucha repercusión. Al final el objetivo es cuanta más gente lo escuche mejor.

 

En la parte de las pruebas, supongo que los retos empezaste yendo solo pero ahora te has marcado la Titan Desert. Primero cuéntanos qué es y luego quién te acompaña y para qué.

La Titan Desert para alguien que no monta en bicicleta no parece normal. Son 650 km en seis días a través del desierto de Marruecos. Hay tres días de montaña en Atlas y luego bajamos directamente al desierto a hacer el resto en pista arenosa, pedregosa, con dunas… Durante 6 días duermes en jaimas, recuperas lo que puedes, hay gente que hace la etapa en cinco horas y otros la hacemos en diez… Son diez horas al día durante seis días digamos con un temperatura media de 37 – 40 grados. No son unas condiciones bonitas.

Esta prueba es el disparador de todo. Estando todavía en el primer año, en 2012, y vi en la tele un documental llamado Imparables, con Santi Millán, en el que cuenta en primera persona cómo hizo la Titan. Estaba viéndolo y mi mujer al lado, entonces me giré y le dije «en 2015 voy yo» y ella respondió «efectivamente, tienes más secuelas de las que había pensado» (risas).

Cuando se lo conté no era un objetivo realista dos semanas por carril bici y con ayuda. Sin embargo, eso me sirvió para marcarme un objetivo. Desde 2012 hasta ahora, todo ha sido para poder hacerlo. Yo entreno muchas horas a la semana. Y me he encontrado muchas dificultades. Pero si tienes un objetivo, que puede ser la Titan o puede ser ir a por el pan, con un objetivo te obligas a hacer algo y a mejorar. Yo marqué ese objetivo y durante dos años y medio todos los pasos en cuanto a preparación, alimentación y recuperación han ido orientados a la Titan. La idea era al menos estar en condiciones de poder salir. Luego, si termino ya es un mérito.

Los retos que he hecho hasta ahora han sido individuales y pruebas de un día, excepto la semana pasada La Vuelta a Ibiza. En una prueba por etapas como la Titan no puedes irte a casa, a tu cama, después de la paliza. Así que pensé que ya que voy a ir, que voy estar allí, que tiene repercusión, pues quería intentar contarlo. En este punto tuve mucha suerte ya que en octubre contacté con Iñaki de Miguel, jugador de baloncesto de la selección española. Tengo la fortuna de vivir en las Rozas y allí está la Fundación Marazuela que se dedica promover el deporte, la cultura y distintas actividades en el municipio. Iñaki es el director de deportes de la fundación. Le conté la iniciativa, lo que quería hacer y me dijo que quería estar allí, que desde la fundación querían darle visibilidad y apoyar.

Por eso hemos montado un equipo alrededor de esto y hemos logrado que, de ir yo, de a ver qué consigo, a ir el propio Iñaki, Oscar Higares, torero que, por cierto , está hecho de otra pasta porque ha montado en bicicleta por primera vez hace tres semanas conmigo y ya ha conseguido hacer la Vuelta a Ibiza. Viene también Pipo López, periodista del AS, el director de Marketing de Mammoth, la tienda dedicada a ciclismo y, bueno, por supuesto, es un equipo que no compite, llegaremos de los últimos, pero es un equipo bueno para dar visibilidad a la iniciativa. Creo que vamos a tener bastante repercusión y que va a ser bonito.

De un objetivo personal e intentar hacer algo ruido a conseguir que gente importante se implique…porque no es ir a hacernos una foto. Son seis días en el desierto en los que sabes que vas a sufrir, que te vas a caer, que te van a salir unas llagas en el culo enormes… prestarse a eso… hay que quitarse el sombrero.

 

La verdad es que sí, pero después de todo esto, ¿qué te dice tu mujer de tanto entreno, de ir 6 días a pedalear al desierto?

Primero, ella viene conmigo. Y viene por una razón: quiero compartir con ella lo que han sido estos dos o tres años que ella ha sufrido. Que tú te vayas un sábado por la mañana y vuelvas por la tarde, pues estás dejando de lado obligaciones familiares porque a la bicicleta le tienes que dedicar mucho tiempo. O tienes el apoyo de la familia o no puedes. Por eso quiero que esté en línea de meta cuando llegue y mi primer beso será para ella. El primer agradecimiento. La primera lágrima. Está claro que son para ella.

La verdad es que he tenido mucha suerte. Tengo una suerte enorme de estar con mi mujer. Básicamente no es una persona que te incite, pero sí es una persona que no te niega. Cuando tú le dices algo piensa si puedes hacerlo, si estás loco o no, pero dice: «Si tú has tomado una decisión, yo te apoyo.» Para mí eso es fundamental. Siempre he tenido el apoyo de ella y eso es fundamental.

Lo comparo mucho con mi madre, que también es primordial, pero es otro tipo de apoyo. Una madre no deja de ser una madre y lo que quiere es que estés en una burbuja. Cuando te pasa un derrame cerebral dice «hijo, yo me encargo de todo. Tú ahí en tu sillón y no hagas nada». Sin embargo mi mujer es: «Sí, sí. Levántate del sillón». Es otra forma y creo que para recuperación es más beneficiosa que te protejan. Es que puedes estar un tiempo en tu burbuja pero al final tienes que salir, tienes que hablar con gente, tienes que hacer cosas. Entonces en tu día a día no va a estar tu madre para solucionártelo. Por eso creo que el apoyo de mi mujer ha sido fundamental y ya te digo, va a estar en la prueba conmigo, va a verlo, vamos a estar juntos a hacer fotos…

 

Vas a llevar el logo de FEDACE en tu maillot y nosotros lo agradecemos porque tu iniciativa nos parece muy buena ¿Qué significa para ti esta colaboración?

Lo primero es estar agradecido porque vosotros os habéis prestado para apoyar la iniciativa. Creo que es bueno. Mira, tenemos apoyos de marcas. Viene con nosotros Scott, sponsor de bicicleta. Viene Mamooth, que nos provee material para hacer la prueba. Viene MásQBici, que nos facilita servicios de mecánica y fisio en la prueba. Son marcas privadas que nos apoyan.

También vienen marcas públicas como el Ayuntamiento de Las Rozas y la Fundación Marazuela que da el apoyo más público a la iniciativa. Pero a mí me faltaba el que tuviera el respaldo de gente asociada al daño cerebral. Un apoyo que diera sentido a esto que estamos haciendo porque la iniciativa gusta y gusta que se dé visibilidad a esta realidad. Hablé con vosotros porque para mí FEDACE es el referente. Yo he consumido toda la información que tenéis publicada. Entonces cuando piensas en alguien para buscar información, pues piensas en vosotros.

Que os prestéis a que pongamos el logo le da autoridad moral a la iniciativa, es un decir que estamos apoyados por gente de este mundo. Le da peso y consistencia al mensaje, de gente implicada, como también el CEADAC, que nos apoya.

Después de todo esto proceso, en el que has pasado de una vida poco saludable al ictus, la rehabilitación, subirte a la bici y llegar hasta las puertas de una prueba como la Titan Desert ¿qué sensaciones te quedan de la vida?

Creo que cada minuto que no disfrutemos de lo que hacemos es un minuto perdido. Suena un poco naif decirlo así pero es cierto que lo que hagas en tu trabajo, en tu vida personal, en lo que sea; tiene que ser algo que lo tienes que mirar desde un punto egoísta en el sentido de saber qué te aporta a ti. Si hace cuatro años me preguntas «¿tú qué has hecho?», siempre hablaría de cosas profesionales. Pero personalmente podía decir poco. Te ves con 75 años y la misma pregunta «¿qué has hecho en la vida?». Pues realmente poco.

Lo que he aprendido, y lo he aprendido con una desgracia, es poder decir dentro de 40 años «he hecho esto» y estar contento de haberlo hecho. Lo que más me ha servido todo es saber que la vida es la que es y hay que disfrutarla a tope y que cada minuto del día que sea un minuto que te aporte algo. Si te apasiona tu trabajo, perfecto. Pero tiene que ser algo que te aporte, que cuando te vas a la cama te acuestes diciendo que has hecho algo que te da cosas y te pone contento.

 

 

¿Y a una persona que tiene una lesión cerebral y está empezando un proceso de rehabilitación? Aunque sabemos que hay distintos niveles de gravedad, a esa persona ¿qué le dirías?

Lo primero que no hay lesión cerebral lo suficientemente leve para ser ignorada ni lo suficientemente grave para pensar que no hay esperanza. Lo que decía Hipócrates, vamos. En esto, obviamente, hay niveles de recuperación, de secuelas, de expectativas… No le puedes pedir a todo el mundo lo mismo por lo que hay diferentes niveles de objetivos que puedes llegar a conseguir. Pero tanto el objetivo más complicado como el más pequeño, lo importante no es conseguirlo, lo importante es el camino que estás haciendo para poder conseguirlo.

Lo realmente importante es lo que haces para poder lograrlo. Si eso te obliga a que mejores, a que rehabilites, a que recuperes; pues yo creo que es bueno. Yo diría a la gente que todo el mundo debemos tener un periodo de luto en el que lamentarnos y decir «¿por qué yo?¿por qué me ha pasado a mí?» y una vez pasado ese tiempo saber que hay que hacer cosas. Hay que decirse que «estoy aquí» y no hay que pasar por la vida de puntillas, sino ser protagonista.

En periodo de luto yo intenté poner puertas al campo y evitar que la gente supiera lo que me había pasado. Tenía una carrera profesional y no quería que lo asociaran. Después de un tiempo me di cuenta de que esto me hacía mejor profesionalmente, que me daba una serie de competencias y actitudes que había tenido que aprender a marchas forzadas pero que en mí día a día me venían bien. Es decir, un comercial se va a estresar porque no llega al mínimo del mes, o por una reunión…bien, que se lo cuente a alguien que ha estado durante un año, cuatro horas al día, haciendo el pino puente como ejercicio de rehabilitación. Las cosas se ponen en perspectiva. Y ver las cosas en su justa medida te hace ser mejor profesional.

A quien lo acaba de sufrir, tiene el periodo de luto. Pero después, si al final de tu vida la balanza es positiva o negativa, depende de cada uno. Depende de lo que hagamos. Yo prefiero hacer cosas. Y cuando pongo la balanza, lo que me queda después de todo es positivo.