El esfuerzo sigue valiendo la pena.
De nuevo la rutina, el oficio diario que ahora tenemos. Antes teníamos un oficio, una profesión, una licenciatura que nos permitía trabajar y ser útiles a la sociedad y a nosotros mismos. Cada uno tenemos una experiencia acumulada, sabíamos resolver y dirigir, a nosotros mismos y a los demás .De la noche a la mañana, nos convertimos en personas dependientes; dependientes con cierta autonomía más tarde y con el tiempo vamos recuperando grados de funcionalidad y autonomía.
Hemos hecho una travesía por el desierto, buscar terapias para mejorar el estado en el que en cada momento nos encontrábamos, algunos incomprensión, otros falta de afecto, trato lastimoso de nuestros familiares o amigos; comportamiento humillante como si no lo entendieras y te hubieras convertido en un niño, en un vegetal, personas que tuvieron y participaron en la movilidad del mundo, hoy retirandose de la primera linea de fuego. Somos muchos y con distintos grados de dependencia, las terapias están ayudando a que se instale la independencia, tanto física como cognitiva. Los terapeutas actores necesarios de esta película con su trato, a veces consentidor, a veces paternalista han colaborado con esta realidad. Observo pacientes con cierta rebeldía, no terminan de aceptar su situación. Como al que le quitan el cargo que desempeñaba y ahora vuelve el pupitre, no todos aceptan ser dirigidos por antiguos alumnos y aprendices. No obstante, el esfuerzo, sigue valiendo la pena.